Hoy desperté muy temprano, mamá había salido, así que me
vestí, tome una taza de café muy caliente, encendí mi auto y fui al cementerio. Decidí no llevar flores… solo un papel con un arcoíris de fondo y un bolígrafo con
tinta rosada de esas que utilizas para escribir corazones y frases cursi cuando
estas enamorada.
La mañana estaba hermosa, el sol resplandeciente… En el
cementerio apenas se encontraba gente dando mantenimiento a las tumbas y algunas personas visitando lo que un día fueron sus amigos o
seres queridos. Busque la tumba de papá,
hoy hace un año de su partida. Me senté
en el césped muy cerca de la placa que
lleva su nombre. Saque el papel y la
pluma rosada de mi bolso, pero las oraciones pasaban tan rápido por mi cerebro
que mis manos me resultaban inútiles. Al
final solo escribí “Te amo papá”… cabe un hoyo con mis manos y enterré mi arcoíris
con letras rosadas.
En algún momento entre la mugre que invadía mis uñas y las lágrimas
que salían de mis ojos me perdí en el
tiempo. Hasta que de pronto la voz de un señor de mantenimiento me saco de mi trance acercándose
a mí con un cubo con agua y ofreciéndome
verter la misma para lavar mis manos… Yo
solo asentí, estire mis manos mientras él decía… “Usted es muy joven para andar
tan triste, allá afuera le espera una vida…vaya, que los muertos donde menos se
encuentran es aquí”. Solo di las gracias
por el agua y él se marchó… Bajé mi cabeza y con un trozo de mi vestido limpie
un poco mi rostro y marche a casa repitiendo en mi cabeza “Allá afuera te
espera una vida”... ¿Coincidencia? No sé, pero creo que
fue papá.