Hoy se celebra el día de los muertos en mi país, los cementerios se llenan de personas visitando las tumbas donde están enterrados sus seres queridos y amigos. Hoy decidí no ir a misa y adelantarme a la familia para ir sola a visitar la tumba de mi padre.
Ayer en una tienda de venta de plantas, compré varios tiestitos pequeños con maní forrajero, que es un tipo de hierba con tallos erectos y rastreros que echan una pequeña flor amarilla y la utilizan mucho en landscaping.
Hoy llegue al cementerio y camine hasta la fila F donde está el lote
que ubica la tumba de mi padre, al lado una anciana brillaba con esmero la placa
de la tumba frente a ella.
_ Buenos días señora, dije mientras me sentaba en el césped con mis
cosas.
_ Buenos días, aquí tengo a mi esposo, dijo mirándome.
_ Aquí tengo a mi papá, conteste.
La anciana continúo terminando de brillar la placa y luego saco una pequeña biblia que comenzó a leer en silencio. Yo, con una
pala de mano, me dedique a cavar pequeños agujeros donde fui introduciendo las pequeñas
plantas que había comprado. Al terminar
y levantarme para ver cómo había quedado, observe como mis manos y vestido se habían llenado
de tierra, pero el espacio verde que
estaba frente a la lápida de bronce de mi padre había quedado revestido con
pequeñas florecillas amarillas.
_ Te ha quedado hermoso, dijo la anciana y continúo leyendo.
_ Gracias, sonreí feliz mientras comenzaba a caer una fuerte llovizna.
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