Durante horas de la tarde del 25 de diciembre
saque un momento del día y visite la tumba de mi padre, fui a colocar algunas
pascuas para darle un toque acorde con la época navideña. Estaba lloviendo con
algo de viento, así que decidí cerrar el paraguas porque la naturaleza quería
que disfrutara de mojarme bajo la lluvia, además aún no había arreglado mi
cabello, así que podía disfrutar de esa deliciosa sensación de la lluvia cayendo
sobre mi cuerpo. Camine directo a su tumba y me pare frente a ella, la contemple
y mire que a su alrededor habían llegado nuevos habitantes. El cementerio
estaba desolado, algo normal con la lluvia que caía, así que me puse de
cuclillas y coloque las pascuas alrededor de la placa que lleva grabado su
nombre. Mientras hacía eso, me di cuenta que no conversaba con mi padre,
como es mi costumbre cada vez que visito el lugar. Me di cuenta que no lo hice
porque me sentía culpable... Culpable porque el tiempo pasa y todo vuelve a la
normalidad. Culpable porque en estas festividades en mi hogar todo ha
transcurrido como antes de que él faltara. Hemos disfrutado, realizado fiestas,
participado de otras tantas y lo hemos pasado feliz. Así que solo era que no sabía
cómo decir... "Papá sabes, tengo que contarte que estamos
felices". Irónico porque donde quiera que se encuentre, debe estar el
doble de feliz que yo de ver que la vida no se ha detenido para nosotros con su
partida.
Pero acá entre nosotros... Solo es ese sentimiento aquí dentro de mi pecho de
que lo estoy dejando partir.
¡Te amaré por siempre papá!
Gely C.
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