Jueves 24 de noviembre, con la cena de Acción de
Gracias, damos comienzo al periodo navideño. Dentro los platos típicos que se
consumen en mi país, está el pastel. Su confección como tradición navideña data
de siglos, pero hasta 1931, es que aparece publicada una receta oficial en un
libro de cocina. El pastel puertorriqueño consiste en una masa compuesta de
guineo verde, yautía y calabaza, relleno de carne de cerdo, garbanzos,
aceitunas, pimiento morrón y en algunas ocasiones, pasas. Se cocinan envueltos
en una hoja de plátano o guineo, dándole forma rectangular y amarrándolos
con hilo para cocinar.
Lo bonito del proceso de preparación, es que
participa toda la familia. Se crea una pequeña línea de producción y
ensamblaje, donde cada miembro, hasta los más pequeñitos que se encuentre
presentes, tienen su función. Nadie que se encuentre ese día en la casa, esta exento
de participar. Su preparación consiste de un proceso que dura casi todo el día, ya que se aprovecha
para preparar los pasteles que se consumirán ese día, los que serán congelados
para ser usados en las festividades navideñas y aquellos que se obsequiaran al resto de
la familia y amigos cercanos. Esta preparación, que por lo general se lleva a cabo en casa de la abuela, se convierte en una
pequeña reunión familiar, donde casi siempre los mayores recuerdan viejas
anécdotas, se escucha música navideña y se siente mucho amor fluir en el
ambiente.
Al final, cuando todos los pasteles están preparados y divididos por docenas, se separan los que van a ser obsequiados, los que irán al congelador y los que serán colocados en la olla más grande de la casa, con agua y sal para dejar hervir hasta que estén cocidos y poder degustar de los mismos.
Su aroma característico generándose en la cocina, nos deja saber que...
Llegó la navidad.
Comparto la receta de Carolina Rivera, ver a continuación:
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