domingo, 22 de marzo de 2015

La vida de un pato


Hace unas semanas atrás, andaba haciendo algo de jogging donde vivo. Me levante a eso de las 6:00 a.m. y camine mis acostumbradas 3 millas. De regreso a casa, estaba algo agotada y decidí caminar el tramo donde se encuentran los lagos artificiales. Estos están situados  a extrema derecha e izquierda de la carretera principal, con un  islote con palmas y arbustos que separa ambas carreteras. En este, se encontraba un grupo de tres patos jóvenes que intentaba cruzar hacia el extremo izquierdo, mientras que su madre los esperaba en la acera por donde yo me encontraba caminando. Era de mañana y salían algunos vehículos del complejo, lo que  hacía difícil a los patos el poder cruzar con tranquilidad. Uno de los patos, al que llamare el “pato inexperto”, quería cruzar a toda costa y dos autos estuvieron a punto de atropellarlo esquivándolo casi frente a él y haciéndolo retornar al islote... 

Observe que un tercer vehículo venia acercándose y acelere mi paso y comencé a levantar mis brazos en señal de cuidado  para avisar al conductor, cuando vi al pato inexperto intentar cruzar por tercera ocasión. Su madre parecía desesperada al otro extremo de la calle graznando en un intento de decirle "No cruces hijo!",  sin embargo el auto venía a exceso de velocidad (haciendo caso omiso al rótulo de precaución patos cruzando), y nuevamente el pato quedo a segundos de perder su vida...

Definitivamente esa mañana algo fria, el pato inexperto estaba casi destinado a morir… Por cuarta vez el pato  con su andar característico se decide a cruzar los dos carriles… Oh Dios! Dos vehículos se aproximan!... Ya cerca de los patos no me costó de otra, que pararme en el medio de la carretera como una demente y hacer señales de stop, detener los vehículos y procedi a guiar los tres patos hasta la acera donde se encontraba su madre.  Sé que los conductores no me miraron con buenos ojos, pero cuando mire a la mamá pato caminando hacia mí moviendo su cola y emitiendo un graznido que parecía de agradecimiento, supe que valió la pena. 
 
Nunca me han gustado los patos, pero me alegrar haber ayudado a cruzar al pato inexperto del lago artificial.
Gely C.

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